En 1991 se promulgó el Decreto Legislativo N° 6511 que permitió
que más empresas de transporte público comenzaran a operar. La
razón de esta promulgación fue que en 19882 se
declaró en emergencia el transporte público. Lima a pesar de tener una
población mucho menor a la actual, no se daba abasto con las escasas unidades
de transporte público disponibles. Ello debido a la ineficiente burocracia
(valga la redundancia) que mantenía líneas como Enatru y con ello requisitos
absurdos para la entrada de transportistas privados. Junto a la
promulgación de esta ley, también se redujeron los aranceles para la
importación de vehículos nuevos y se flexibilizó la importación
de los que fueran usados, permitiendo con ello que los vehículos
bajaran sus precios, y que el ritmo de compra se incrementara sustancialmente.
Este contexto del transporte público generó una oportunidad de inversión a bajo riesgo: Comprabas un vehículo que te costaba barato, lo afiliabas a una empresa que había conseguido una ruta y comenzabas a recaudar ingresos. Como el negocio tenia una lógica sencilla y alta rentabilidad interesó a muchos, sobre todo a personas con un capital importante, quienes adquirieron varias unidades, las cuales, luego entregaban en “alquiler”. Pronto comenzaron a congestionarse las calles3.
Este contexto del transporte público generó una oportunidad de inversión a bajo riesgo: Comprabas un vehículo que te costaba barato, lo afiliabas a una empresa que había conseguido una ruta y comenzabas a recaudar ingresos. Como el negocio tenia una lógica sencilla y alta rentabilidad interesó a muchos, sobre todo a personas con un capital importante, quienes adquirieron varias unidades, las cuales, luego entregaban en “alquiler”. Pronto comenzaron a congestionarse las calles3.
De viajar “apretados”, pero “rápido” (debido a los pocos
vehículos no había congestión), con el nuevo Decreto Legislativo pasamos a
tener un viaje “cómodo” pero “lento”. Pareciera que la rapidez y la comodidad
son excluyentes en el transporte público, y a cualquiera pudiera resultarle
tentador plantear una postura intermedia: La de consentir algo de
"incomodidad" a cambio de ir "no tan lento”. El propósito
de estas líneas es demostrar brevemente (o por lo menos poner en duda) que
el problema de la congestión no tiene nada que ver con el libre mercado
(como quieren hacernos creer) y que se pueden implementar medidas
sencillas que aligeren la congestión vehicular.
1. ¿Se puede hablar de libre competencia en
vías públicas?
A mi criterio no. Si bien el Decreto Legislativo N° 651
utiliza un lenguaje de libre mercado y apunta expresamente a buscar satisfacer
la demanda del servicio de transporte de pasajeros, incrementando la oferta
("promoviendo la libre competencia en la tarifas", según dice), dicha
propuesta parte de un error de percepción puesto que las pistas presentan
la particularidad de tener un espacio físico limitado. Es decir, no puede
acoger más de un número determinado de unidades. El aumento poblacional lleva a
que la demanda de viajar en bus se incremente, pero la oferta de unidades de
bus no puede crecer al mismo ritmo, puesto que como expliqué, el espacio físico
no permite acoger más unidades adicionales. La situación se agrava con la
proliferación de edificios con departamentos u complejos empresariales
(propiedad horizontal) que trae como consecuencia más familias o empresas (cada
una con un vehículo por lo menos) en un mismo predio donde antes solo
existía una familia o una empresa.
Para demostrar que el transporte público no se ajusta a las
reglas de la libre competencia tomaré como ejemplo las boticas. ¿Cuántas boticas
es eficiente que haya en una cuadra?, el mercado lo decidirá. Puede que 1, tal
vez 2 para que compitan o quizá toda la cuadra entera pueda estar repleta
de boticas, si en caso se encontraran frente a un hospital o alguna
clínica importante. Vemos que la intervención del Estado para decidir el número
de boticas es innecesaria (de hecho hasta resultaría perjudicial si lo hiciera).
Las personas abrirán tantas boticas sean necesarias hasta que se
llegue a un número donde deje de ser rentable abrir una más4. Sin embargo, ello
no ocurre con el transporte público, puesto que la demanda crece a un ritmo tan
acelerado que la oferta existente no es capaz de atender; no por falta de
iniciativa o de interés, sino porque no hay espacio para colocar más unidades
en circulación.
Como vemos esta particularidad de las pistas como bienes públicos
(esto no se aplica al anarcocapitalismo) hace que su propia naturaleza genere
una barrera de entrada enorme, debido a que la alta demanda generada (con
proyecciones a seguir creciendo) incrementaría los precios paulatinamente, y
ello representaría un buen negocio para las unidades que ya se encuentren circulando.
Es por eso, que resulta necesario una regulación estatal para determinar quienes
pueden entrar a competir. Y cuando tienes un ente que decide quién entra y quién
no, por definición, no tienes libre competencia.
2. La principal reforma está en el
transporte privado
Esto es crucial. En cuanto al espacio físico que ocupan dentro
de las pistas: 2 camionetas 4x4 ocupan similar espacio al de 1 “coaster”5.
Dichas camionetas usualmente solo están ocupadas por el conductor, por el
contrario una “coaster” puede llegar albergar un numero entre 20 a 30 personas
con lo cual tenemos 1 persona contra 30 personas.
Lo normal en automóvil particular es que solo lo ocupe quien lo
conduzca, lo excepcional es que vaya lleno. En cambio, lo normal en una
“coaster” es que vaya llena, lo excepcional es que solo vaya el chofer y
su cobrador (o en su defecto el chofer-cobrador). Sería ilógico considerar
que lo normal en una “coaster” es que este ocupado solo por su chofer y
cobrador puesto que de ser así no sería rentable y por tanto no estaría en
circulación.
Otro factor que agudiza la congestión es que cada vez hay más automóviles
particulares circulando. La disminución de precios de estos y el mayor acceso
al crédito para financiar su compra traen como resultado que cualquier persona
con ingresos medios puede adquirir uno propio. De hecho la Asociación
Automotriz del Perú señala que el año pasado se adquirieron 193,300 automóviles
nuevos y este 2014 se estima se adquirirán 210,0006.
Como vemos el sentido común nos señala que el transporte privado
es menos eficiente que el transporte público cuando de trasladar personas
a su destino se trata, por lo cual la política del órgano gubernamental
cualesquiera que fuera competente debe ser:
1) Incentivar el uso de transporte público
Incentivar y no prohibir. Lo que se tiene que hacer es
incentivar que las personas usen el transporte público, taxis o cualquier forma
de transporte alternativo. Y si en caso utilizaran transporte privado cobrar un
monto menor por concepto de peaje a los que dentro de su automóvil trasladen a
un número mínimo de personas. Otra opción es habilitar una vía exclusiva para
la gente que traslada más personas consigo.
2) Fiscalizar la admisión
de empresas de bus y de taxis
La idea no es enriquecer a los oportunistas que surgirían con
este modelo, por lo cual medidas como obligar a que las empresas de transporte
sean las propietarias de los vehículos que circulan bajo el amparo de su
licencia, me parecen acertadas. Y en el caso de las taxis que todos estos paguen
impuestos y que se encuentren registrados para que puedan cumplir el servicio.
Estas propuestas no requieren demasiado presupuesto, y por lo
menos en teoría parecen funcionar, ¿o no?.
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1 Decreto Legislativo N° 651: https://onedrive.live.com/redir?resid=F2E594A9AC4487AB%21535
2 Mediante Decreto Supremo N° 024-88-TC. Situación que fue ampliada posteriormente hasta 1995 mediante el Decreto Legislativo N° 536: https://onedrive.live.com/redir?resid=F2E594A9AC4487AB%21535
3 Para ser justos a esta congestión contribuyeron mucho los taxis y los particulares, que también se vieron beneficiados por la reducción de precios de los vehículos
4 O venga otra que las absorba. No importante, lo que interesa es mostrar las muchas variantes que pueden darse dentro de un escenario de libre mercado.
5 Utilizo “coaster” para referirme de forma genérica a ómnibuses, buses o minibuses; dado que dicho modelo de Toyota es muy usado en el lenguaje popular.
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